Dormir entre libros, ya sea en espacios públicos o en recintos alquilados, se ha convertido en una práctica cada vez más común. Diversas instituciones culturales y educativas han comenzado a promover esta actividad con el objetivo de atraer la atención del público, en particular de los más jóvenes, aunque no se limita exclusivamente a ellos.

Algunos recintos han llevado esta propuesta más allá de la simple curiosidad. En el Reino Unido, por ejemplo, se reportó la venta de boletos para pasar la noche en la biblioteca de una iglesia, los cuales se agotaron en poco tiempo. Aunque se desconoce si la experiencia se ha repetido, la alta demanda sugiere que para muchas personas dormir entre estanterías repletas de libros es más que una ocurrencia: es una vivencia deseada, casi un anhelo.

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