Dimensiones sensoriales en los relatos españoles de la conquista de Tenochtitlan es el título que se presentó en la Biblioteca José Lorenzo Cossío y Cosío el pasado 10 de octubre. Para comentarlo se presentó la editora Verónica Kugel, del Instituto Humboldt de Investigaciones Interdisciplinarias en Humanidades, A. C., Ana Rita García Lascuráin Valero, Museo del Chocolate (Mucho) y Verónica Loera y Chávez Castro, directora de Adabi de México, y Lara Wankel, autora del libro.
La directora de Adabi de México hizo uso de la palabra para dar la bienvenida a los asistentes en vivo y aquellos que estuvieron vía digital en el evento; inició la presentación afirmando que esta obra da la posibilidad de leer las fuentes que narran especialmente la conquista y caída de Tenochtitlan desde una visión fresca que deriva de un cambio de perspectiva: la mirada de la historia de los sentidos. Es por medio de cinco fuentes principales que la autora retoma esta dimensión física del relato, los “jóvenes” Hernán Cortés, Bernal Díaz del Castillo, Bernardino Vázquez de Tapia, Francisco de Aguilar y Andrés de Tapia son los que proveen la materia prima del análisis a partir de lo que Aristóteles definió como los “sentidos”, a la manera de conocer el mundo físico a partir de la percepción del cuerpo humano. Así, Verónica Loera y Chávez presenta por cada sentido la narración de lo que vieron, tocaron (o no), oyeron y olieron los conquistadores/cronistas, legitimando su relato y haciendo verídica su presencia en la serie de acontecimientos narrados. Subyacentes e inseparables están los efectos de lo que perciben, especialmente del miedo en un grado extremo, miedo del otro, de lo desconocido y, por supuesto, de la lucha y sus consecuencias, ya que, al categorizar como demoniacos, el toque de los tambores, por ejemplo, se reafirma el enfrentamiento entre dos culturas.
Por su parte, la editora, Verónica Kugel, mencionó que el texto original, proveniente de una tesis de maestría, coincidió con la conmemoración de los cinco siglos de la caída de Tenochtitlan y la conquista del centro de México, lo que se consideró como un pretexto perfecto para su publicación. La experiencia de la conquista se hace más presente, pues los narradores son el medio para que el lector pueda recrear las sensaciones experimentadas como las de la primera visita al tianguis de Tlatelolco, que necesariamente retrotrae a la presentadora a la maqueta que se encuentra en el Museo Nacional de Antropología, haciendo, con este cruce de lo leído y lo visto, aún más vivida una posible reconstrucción mental. La editora comentó que las experiencias sensoriales son diferentes de cultura en cultura, y lo que para unas personas es “normal”, para otras es inconcebible, tal como ocurrió con el intento de Cortés de abrazar a Moctezuma. El lenguaje corporal se puede interpretar de otra manera según quien lo mire. Manifestó que este texto no deja de aludir, aunque indirectamente, a las guerras que al momento se están desarrollando en el mundo y que seguramente es posible obtener relatos similares a los de los soldados escritores.
Ana Rita Valero, directora del Museo del Chocolate, afirmó que en estos relatos presentados se puede rastrear un profundo miedo a la muerte, tanto de los españoles como de los tenochcas, mismo que se refleja, especialmente a través del oído y del olfato, pero que seguramente trabajó en ambos sentidos, los “atabales” posiblemente desquiciaban a los conquistadores, pero los relinchos de los caballos eran un sonido nuevo de un ser vivo nunca visto antes por los mexicas. Es a través de los sentidos que se puede tener también consciencia de la biodiversidad mesoamericana, inclusive de las “sutilezas del paladar mesoamericano”, al hacer mención la presentadora del sabor de la miel de agave, de la de abeja y la de la caña de maíz y su distinción. De igual manera se refirió al tianguis de Tlatelolco y la enorme variedad de productos que ahí se ofertaban, reiterando la idea de la riqueza biológica ofertada en ese mercado. Por supuesto, los españoles describen a partir de su propia experiencia, por lo que las referencias siempre tienen su contraparte europea, desde el copal hasta los tamales. Aseveró que este texto es una invitación a contemplar tanto la historia como el presente a través de los sentidos, además de la necesidad de reactivar el gusto, el oído, el olfato y tacto en esta época en donde el predominante es el sentido de la vista.
Para cerrar, la maestra Lara Wankel dirigió unas palabras desde Alemania agradeciendo en primer lugar el espacio y la oportunidad de presentar este producto resultado de un curso de historia sensorial del que saliera su tesis de maestría. Añadió que en particular esta metodología te permite destacar tanto lo nuevo como lo extraño en las fuentes primarias por medio del “prisma” de los sentidos que, como casi todo lo humano, son también construcciones sociales, y es por ello que se describe siempre en relación a algo ya conocido, como el sonido de las campanas o el olor de matadero de Madrid. la maestra Wankel compartió con el público la evolución de sus preguntas iniciales que tuvieron que ser replanteadas, y así respondió a las interrogantes sobre qué experiencias sensoriales eligieron incluir y con qué propósito o qué imagen construyeron de sí mismos, de sus enemigos y de sus aliados a través de las percepciones sensoriales. Las experiencias sensoriales se vuelven elementos narrativos que permiten acercarse un poco más a la comprensión de las relaciones humanas, los conflictos y las transformaciones. Añadió, para finalizar, que espera que esta obra contribuya a la enseñanza y en la vida cotidiana, ya que abre “nuevas perspectivas en este mundo tan saturado de imágenes”.