La biblioteca personal del abogado José Lorenzo Cossío y Cosío se encuentra en las instalaciones de Apoyo al Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México y forma parte de los acervos resguardados por la Fundación Alfredo Harp Helú. El acervo se compone de un archivo personal y de cuatro colecciones: bibliográfica, hemerográfica, fotográfica y de objetos.
Además, en sus libreros se resguardan 18,137 volúmenes, predominando las temáticas de arte, arqueología, códices (facsímiles), derecho, historia, lingüística, literatura y religión. No podían faltar, dadas las aficiones personales de don Lorenzo, libros que se relacionan con la filatelia y la numismática.
Entre los títulos destacables se encuentra la obra Catecismo de la doctrina cristiana en lengua Otomí, traducida al castellano por el presbítero Francisco Pérez, catedrático de la Nacional y Pontificia Universidad de la Ciudad Federal de los Estados Mexicanos, 1884, que pertenece al fondo antiguo de la biblioteca, y un ejemplar de la primera edición de Historia crítica de la tipografía en la ciudad de México: impresos del siglo XIX, de Enrique Fernández Ledezma.
El licenciado José Lorenzo Cossío y Cosío fue un bibliófilo y coleccionista interesado en el arte. Fue director de academias científicas, filatélicas y numismáticas, y un gran conocedor de la cultura mexicana. En el ámbito profesional se destacó como asesor de cuatro presidentes de la república.
Nació en la Ciudad de México el 12 de mayo de 1902 y falleció en la misma ciudad en 1975. Fue hijo del también abogado José Lorenzo Cossío y Soto y de doña Josefa Cosío González.
Obtuvo su título de abogado en la Escuela Nacional de Jurisprudencia de la UNAM en 1925.
En 1927 contrajo nupcias con Victoria Gabucio y Sánchez Mármol en una casa privada, ya que durante esa época estaban suspendidos los cultos a consecuencia de la persecución religiosa.
Es muy posible que la bibliofilia le fuera heredada de su padre, quien fue miembro de la Sociedad Antonio Alzate, de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística y miembro de la Academia Mexicana de la Historia.
Al final de su vida él y su esposa decidieron vivir en la isla de Creta, en donde financió una investigación arqueológica, misma que se refleja en parte de su acervo bibliográfico.