Adabi de México, A.C.

Las redes entre personas, extendidas en América Latina y el Caribe desde finales del siglo XX a la fecha, para promover la protección y acceso a los archivos y las bibliotecas, han propiciado un sinfín de progresos.

Durante la inauguración que se celebró de forma virtual el pasado 26 de febrero de 2021 para abrir las puertas del Centro de Conocimiento Vizcaínas de Memoria del Mundo, destacó en particular la presencia del Dr. Lothar Jordan, quien preside el Subcomité de Educación e Investigación del Programa y es el principal promotor de esta iniciativa. El acceso al evento puede consultarse en el video publicado por la oficina de la UNESCO en México: https://www.youtube.com/watch?v=DN4_sysdc9k

En junio de 2012, a través de Lourdes Blanco, querida colega venezolana, inició el contacto con el Dr. Jordan, quien desde ese momento propuso con persistencia las actividades del Subcomité, para vincular el programa Memoria del Mundo con la investigación académica y la educación, en escuelas y universidades en todos los niveles.

Prácticamente a partir de ese año se fue articulando una de las múltiples redes que se han tejido a través del Comité Mexicano de Memoria del Mundo, para consolidar la creación del Centro de Conocimiento Vizcaínas.

Lourdes Blanco, quien supo de la celebración virtual en Vizcaínas a inicios de 2021, envió por watsapp sus felicitaciones por abrir el Centro de Conocimiento y expresó: “es un gran logro en un año difícil.”

Lourdes Blanco estuvo en la ciudad de México en 2010 para asistir a la reunión anual del Comité Regional para América Latina y el Caribe de Memoria del Mundo (MOWLAC), del cual ella formó parte desde que el Comité se fundó en el año 2000 durante una reunión celebrada en Pachuca, Hidalgo, a la que asistieron, además de los miembros fundadores como ella, otros queridos colegas como la Dra. Stella María González Cicero en representación del Archivo General de la Nación de México y Abdel Aziz Abid, fundador del Programa Memoria del Mundo. El acta de dicha reunión puede consultarse en línea.[1]

Entre 2011 y 2014 conocí un poco más a Lourdes Blanco, por vivir en Caracas, especialmente durante algunas exposiciones a las que fui por invitación suya, tanto a la Sala TAC del Trasnocho Cultural, como a su casa, que parece museo con una vista maravillosa al cerro del Ávila; en otra oportunidad fuimos a visitar la casa del escultor Cornelius Zitman en 2011.

En la casa de Lourdes conocí su biblioteca, algunos libros escritos por ella o que editó en coautoría con su esposo Miguel Arroyo, entre ellos la obra Arte Prehispánico de Venezuela. También vi parte del archivo que él dejó y que daba cuenta de su rica producción artística, sus cargos públicos, las evidencias de sus relaciones de amistad, profesionales, laborales, así como documentos sobre su experiencia docente.

Por suerte también, entre 2015 y 2019 mantuve con Lourdes un vínculo cercano a través del Comité Regional de América Latina y el Caribe de Memoria del Mundo cuando ella fue asesora. Debido a esa cercanía, continué comunicándome con ella para conversar de los temas sobre los que hablábamos desde que coincidimos en Caracas. Con frecuencia ella detallaba sus proyectos de curaduría, presentaciones de libros y eventos organizados en la Sala TAC. También comentaba los avances del libro que hizo y que está por publicarse, con todos los registros del Comité de MOWLAC; a su vez, me ponía al día sobre la organización del archivo de Miguel Arroyo y las publicaciones que hacía sobre su vida y obra, en particular las que realizó a lo largo del 2020 al cumplirse el centenario de su nacimiento.

El 22 de abril pasado Lourdes me explicó por mensaje y llamada de whatsapp que había trabajado siempre generando bases de datos para registrar el legado de su esposo, en particular con el fin de ordenar el archivo que él produjo y el cual ella organizó en categorías: correspondencia y manuscritos de él y de otras personas; el archivo de fotografía y el de hemerografía. De hecho, me hizo ver que cada una de las bases de datos que creó para cada categoría le habían permitido publicar los libros y realizar las exposiciones que había hecho hasta entonces.

En ese contexto, Lourdes planteó que con toda esa información le parecía útil elaborar una guía del archivo. Por eso estaba convirtiendo sus bases de datos a formato Word, pensando en que tendría que proceder a la etapa de las correcciones y la diagramación de la diseñadora para hacer la edición. Le faltaba definir el formato de la guía. Para ello consideró útil hacerlo por cronología, para que el archivo pudiera ser accesible a los usuarios e investigadores, ya que ellos, comúnmente hacen búsquedas por fechas más que por códigos asignados de forma arbitraria, aseveró.

En esa plática con Lourdes Blanco, a sus 80 años y poco antes de su partida, ella transmitía como siempre, esa fortaleza de carácter, esa energía desbordante que la caracterizaba para planear, realizar y concluir todos y cada uno de los proyectos que simultáneamente tenía pendientes por hacer en los siguientes días, meses y años, como si la vida fuera así de infinita, como es y sin duda será su legado.  

Descansa en paz queridísima Lourdes.

[1] https://mowlac.files.wordpress.com/2012/06/mexico-14-16-jun-2000-spa.pdf