Diario de Historias. Crónicas de viaje por archivos y bibliotecas
Este mes resulta inevitable hacer una pausa, para sumarnos a las voces que exigen el fin de la guerra que Vladimir Putin inició en Ucrania el 24 de febrero pasado.
En la década de 1980 en algunas partes de México, los niños nos reuníamos en la calle después de ir al colegio y pintábamos con gis, sobre el suelo, un círculo dividido como en rebanadas de pastel; en su centro escribíamos en mayúsculas la palabra STOP. Cada uno ponía en su espacio el nombre de un país. Se hacía un volado y el que lo perdía iniciaba el juego diciendo en voz alta: “declaro la guerra en contra de…” y elegía a uno de los países que había. Inmediatamente todos los jugadores corrían lo más lejos posible, excepto quien, al escuchar el nombre de su país, se quedaba por así decir, a defender su territorio, daba un zapatazo encima de la palabra del centro y gritaba con fuerza: ¡“STOP”!
En ese momento, todos los jugadores se quedaban inmóviles y quien había alzado la voz pidiendo el ALTO a la guerra, calculaba cuántos pasos necesitaba dar para alcanzar a alguno de los jugadores. Si daba los pasos correctos ganaba la partida. El perdedor regresaba a su sitio para iniciar de nuevo, junto a todos.
La ilustración que acompaña este Diario representa el juego de “STOP” sin nombres de países, como forma simbólica para promover el fin de las declaraciones de guerra en el mundo. El dibujo es también para tener esperanza de que los niños, quienes viven en medio de conflictos o quienes han sido desplazados, como está pasando en Ucrania, recuperen, cuanto antes, tres de sus más preciados tesoros: estar en su hogar, ir a la escuela y jugar.