Adabi de México, A.C.

Educación vs. dogma en Michoacán en la primera mitad del siglo XX

La tercera tertulia del año —y la número 45 del total de emisiones hasta el momento— tuvo como tema “Maestros rurales y movimiento cristero en Michoacán 1922-1929” a cargo del doctor Julio Alberto Rojas Rodríguez, quien compartió su investigación sobre este tópico que, desafortunadamente, no ha sido abordado con la suficiencia necesaria, a pesar de que los acontecimientos de los que trata ya han cumplido un siglo de haberse manifestado de manera oficial. Si bien la Iglesia católica perdió terreno con la Ley de Libertad de Cultos de 1860, su feligresía no se vio reducida significativamente con el transcurso de las décadas. Una vez terminada la Revolución mexicana, el gobierno federal, encabezado por Álvaro Obregón, emprendió un proyecto de educación a cargo del pedagogo, filósofo y secretario de Educación Pública José Vasconcelos, a quien se le encargó federalizar la educación de los mexicanos mediante la implementación de la Escuela Rural Mexicana, entre otros proyectos más. 

La documentación consultada para sustentar este tema provino de los acervos del Archivo Histórico de la Secretaría de Educación Pública, el histórico Municipal de Morelia, el histórico del Poder Ejecutivo del Estado de Michoacán, de la Casa de la Cultura Jurídica del Estado, de la Universidad Iberoamericana, de la Universidad Nacional Autónoma de México, el Archivo General de la Nación, la Fototeca del Estado de Michoacán, entre otros. Esta multiplicidad de orígenes le permite al doctor Rojas presentar un panorama bastante completo desde ambos bandos, a pesar de que no le fue posible consultar ningún archivo generado por las autoridades de la Iglesia católica. 

El ponente abordó la problemática a la que se enfrentaron los maestros rurales al querer imponer la ley que prohibía a las escuelas públicas impartir enseñanzas de carácter religioso, lineamiento que tuvo como principal opositor al obispo de Tacámbaro en ese momento, Leopoldo Lara y Torres, quien se encargó de caldear los ánimos en las zonas escolares en las que la Secretaría de Educación Pública había dividido el territorio michoacano para lograr un mayor control. Los testimonios de inspectores y de los propios maestros rurales dan a conocer la situación variopinta del estado, con datos encontrados que refieren al apoyo o rechazo al plan educativo debido al descrédito generado por la Iglesia entre sus feligreses.

Es a raíz de los informes que el gobernador de Michoacán dirigió al gobierno federal que nos enteramos sobre la influencia que la Iglesia católica ejerció sobre la población para  contrarrestar el impulso de esta reforma en las escuelas rurales, en donde desde la federación se promovía con más ahínco la creación de escuelas nocturnas, de la escuela normal regional, escuelas mixtas, para señoritas, además de las actividades propias de las instituciones como los desfiles cívicos, bibliotecas ambulantes, y el impulso a las actividades deportivas y las artes. Ante este gran frente, la iglesia católica michoacana vio, desde el inicio, a los maestros rurales como enemigos del status quo, por lo que les aplicó la excomunión, así como también a todos aquellos que llevaran a sus hijos a las escuelas laicas.

El púlpito y la propaganda impresa fueron los medios a través de los cuales la Iglesia condicionó a sus seguidores en contra de la educación oficial. La promulgación de la Ley Calles en 1926 detonaría, finalmente, el conflicto armado que pondría a los maestros rurales en una situación extrema frente al movimiento cristero.

Con una profusión de fotografías de la época, el ponente recreó el contexto en el que se desarrolló el trabajo de los maestros rurales en el estado de Michoacán, lo que vuelve aún más interesante el discurso. Lo narrado en la tertulia es un ejemplo de uno de los pasos dados por los mexicanos para la construcción de un Estado moderno basado en la laicidad y que, en ciertos aspectos, nos remite al México contemporáneo.