El protestantismo marcó el inicio de una nueva relación entre el ser humano y Dios, caracterizada por un vínculo directo. Esta transformación impulsó a los nuevos cultos cristianos a fomentar la alfabetización entre sus feligreses. Tal necesidad estuvo estrechamente ligada a la invención de la imprenta y a la reducción del costo de las Biblias, lo que también contribuyó a la tradición de conservar una Biblia familiar que se hereda de generación en generación, especialmente en muchas familias norteamericanas.

La promoción de la lectura no se limitó al ámbito religioso; también se extendió al aprendizaje de las matemáticas. Surgieron libros diseñados para facilitar la comprensión de esta disciplina fuera de las aulas. Un ejemplo notable es La aritmética de Crocket, publicada por primera vez en Londres en 1716. Este texto incluso fue utilizado por figuras históricas como Benjamín Franklin, quien recurrió a él para aprobar la materia durante su etapa escolar.

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